[Ezln-it] Articolo critico su Marcos e l'EZLN

Annamaria annamariamar at gmail.com
Wed Jan 14 08:59:28 CET 2009


Da alcuni compagni europei si stanno levando proteste, e l'invito a scrivere
a *La* *Jornada*, per questo articolo di Almeyra apparso su *La
Jornada*domenica scorsa. Nell'articolo Almeyra riconosce il lavoro e
la resistenza
delle comunità indigene per la loro autodeterminazione e del seme gettato in
questo senso in tutta l'America Latina, ma è anche una critica al
"*protagonismo
narcisista di Marcos*", al "*settarismo*" dell'EZLN ed al "*primitivismo*"
di alcuni suoi sostenitori ancora stalinisti, come Rifondazione Comunista
che, mentre sostiene gli zapatisti, nel suo parlamento vota per proseguire
l'occupazione in Afganistan. Critica anche l'ostilità di *Marcos* verso
Lopez Obrador ed al movimento civico per la difesa del petrolio messicano,
ecc. ecc. ed anche il Festival de la Digna Rabia, secondo lui uno "*spettacolo
al quale è intervenuto qualche politico in cerca di notorietà e voti, che si
è caratterizzato per essere un effetto del narcisismo e della verbosità di
Marcos*", il quale"*rifiuta qualsiasi dialogo con il movimento" *di AMLO e
la ricerca di aiuti ed alleati di fronte alla "*situazione di pericoloso
isolamento ed usura nella quale si trovano i territori zapatisti chiapanechi
*".


Personalmente, io non la farei tanto lunga su questo articolo, che vi invito
a leggere. L'opinione di Almeyra è una delle tante opinioni critiche, e
nemmeno la più assurda o insultante.

Adelante, pues!



Annamaria

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La Jornada – Domenica 11 gennaio 2009

http://www.jornada.unam.mx/2009/01/11/index.php?section=opinion&article=018a2pol



Guillermo Almeyra



A 15 años del levantamiento zapatista



El 1º de enero de 1994 la rebelión indígena dirigida por el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas culminó, en América Latina, una
serie de levantamientos indígenas victoriosos, como el ecuatoriano de 1990,
y prosiguió con ímpetu en la vía abierta en México por la votación de 1988
y, antes, por la movilización de los jóvenes chilangos en 1985.



Una vez rectificado su inicial curso bélico –destruir al Ejército, marchar
sobre el Distrito Federal y tomarlo– el EZLN fue defendido por los sectores
populares y despertó una gran esperanza. Tuvo momentos en los que intentó,
sin sectarismo y con realismo, unir sus esfuerzos con los de otros sectores
"progresistas" (por darles un nombre periodístico y conocido) y llamó a
Cuauhtémoc Cárdenas a encabezar un movimiento nacional de liberación o
convocó a toda la izquierda a una Convención Nacional Democrática que se
hundió debido a los sectarismos entrecruzados.



Con la Marcha del color de la tierra demostró la voluntad de los indígenas
de recurrir al parlamento para exigir sus derechos por la vía constitucional
y legal, reformando la Carta Magna, pero todos los partidos hicieron oídos
sordos a sus reclamos y los dejaron solos. Los indígenas se replegaron a sus
comunidades y se fortalecieron en ellas tratando de comenzar a construir su
autonomía, en el aislamiento y en la miseria, y sin aliados importantes en
el terreno nacional.



Las juntas de buen gobierno y sus planes de educación y salud fueron
adquisiciones importantes, a pesar de todos sus límites y de las
dificultades que desde su nacimiento enfrentan. Esa experiencia casi decenal
está grabada con fuego en las mentes y los corazones no sólo de los
indígenas sino también de los explotados y oprimidos de México, y ha lanzado
su semilla en todo el continente, porque forma parte de la resistencia y de
la tendencia a la autogestión de los sectores más enérgicos y combativos de
todos los países latinoamericanos.



Inicialmente, la Sexta declaración de la Selva Lacandona suscitó nuevas
esperanzas, pues pareció dejar atrás la etapa de mutismo y aislamiento que
había seguido al fracaso de la Marcha del color de la tierra y abría
teóricamente el camino para un frente único de todos los partidarios de
acabar con este sistema de exclusión, opresión, explotación y miseria para
las mayorías.



Desgraciadamente, el protagonismo narcisista de Marcos y el sectarismo, así
como el primitivismo de quienes admitían a Stalin (y al pasado del
estalinismo presentado como socialismo) y pasaban en silencio la corrupción
parlamentarista de sus aliados (como Rifondazione Comunista, que aportaba
algún dinero mientras votaba, al mismo tiempo, otros fondos para matar
afganos) mientras actuaban –justamente– el parlamentarismo obtuso y
oportunista del PRD, convirtieron pronto la otra campaña en una
contracampaña electoralista, concentrada además contra el candidato que
despertaba las expectativas populares.



Para colmo, al silencio teórico y político sobre todos los grandes problemas
del país se unió una propaganda antipolítica, en el momento en que la
mayoría de los trabajadores esperaba un cambio por la vía electoral, que
además confundía a los partidos y políticos oportunistas, defensores del
sistema, con sus seguidores ilusionados y engañados pero deseosos de luchar.



Los estudiantes que piensan y luchan en la UNAM fueron alejados para
apoyarse en lumpens y semilumpens o inadaptados varios. La alianza con los
obreros, incluso en lucha, fue rechazada porque sus dirigentes serían
charros, en vez de apoyarlos y de apoyarse en ellos precisamente para acabar
con los charros. No había ni que mirar hacia Bolivia, donde los movimientos
sociales unían la movilización con la acción política. El Diálogo Nacional,
que intentó reiteradamente dar respuesta a la vez obrera y nacional a los
problemas esenciales del país, fue ninguneado. El fracaso de la gira de
Marcos y de la otra campaña llevó después a un desarmante nuevo y profundo
silencio, mientras el pueblo mexicano intentaba impedir la entrega del
petróleo y de la energía, y que se le diese la puntilla a los campesinos.



De ese silencio acaba de salir Marcos con un espectáculo-festival al cual
concurrieron unos pocos políticos europeos en búsqueda de notoriedad y
votos, que se caracterizó por ser, en efecto, un festival, pero de
narcisismo y verborrea de Marcos, cuyas larguísimas piezas literarias son
absolutamente incomprensibles para cualquier indígena chiapaneco o de
cualquier región del planeta. En ellas, aparte de una retórica de feria de
pueblo, se agitan pocas y erróneas ideas: la represión contra los jóvenes en
el Distrito Federal sería igual al genocidio antipalestino en Gaza; López
Obrador, a quien Marcos vitupera, es igual que Calderón, y, lo que es peor,
es igual que la importante masa popular que sigue a AMLO, con la que Marcos
ni siquiera intenta un diálogo; no hay ni atisbos de movimientos populares
en México ni hay grandes temas que puedan movilizar; Marcos y la otra
campaña no tienen nada de que autocriticarse y la situación de peligroso
aislamiento y desgaste en la que se encuentran los territorios zapatistas
chiapanecos no exige la búsqueda de apoyos y de aliados.



Me he contado entre los pocos que constantemente pedíamos que el zapatismo
discutiese las vías para acabar con la actual situación social y política,
hablase, se pronunciase, buscase unir voluntades, aprendiese de sus errores
primitivos, antipolíticos y sectarios a la luz de los acontecimientos.
Leyendo ahora a Marcos confieso que debo hacerme una autocrítica: era mejor
que callase para que sus elucubraciones no oscurezcan el trabajo serio y
digno de las comunidades indígenas que, aunque aisladas, realizan la hazaña
de resistir.
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